Abro los ojos por la mañana, miro al techo, la luz entra por la ventana, una suave brisa acaricia mi cuerpo mientras me despierto, miro al otro lado de la cama, no estás.
Y no estás, hace ya más de un mes que te fuiste y todavía llenas todos los espacios, de la casa, de mi vida, de mi...
Pasó algo muy curioso, las primeras dos semanas estaba como en una nube de vacaciones, como tomándome un descanso de tí, como asimilando un hecho que tenía que pasar y había pasado, que era lo mejor para ti y para todos.
Era como irse de campamento y olvidarse de todo. La psicóloga me aconsejó que no demorase la vuelta a la realidad y así lo hice, volví a casa, me centré en limpiar todo rastro de la enfermedad y del dolor que se había vivido en las paredes de la casa. No en sacar todo rastro de ti, no, no es eso, quería acordarme de todo lo bonito, de ti, pero no de tí como enfermo, de ti...
De ti bailando salsa conmigo en la cocina, de ti haciendo abdominales en el suelo del comedor, de ti tomando el sol en la terraza, de ti cocinando una paella, de ti rodeando mi cintura, de ti pescando en el mar, de ti montando una tienda de campaña, de ti cortando el césped sin camiseta, de tus besos, de tu sonrisa... Dios, cómo te echo de menos.
Y la vuelta a la realidad ha sido dura, como un bofetón cuando no te lo esperas, como la sensación de estar bajo el agua y aguantar la respiración. Terrible.
Me consuelo pensando en que ya has descansado, pero me torturo pensando en ¿Por qué? Y hay tantos "por qués" que a veces me nublan la mente.
No quiero pensar en lo que pudo ser y no fue, ya está, estarás para siempre en mi cabeza y en mi corazón, y ahí seguirás. Porque me niego a desprenderme de toda una vida juntos, no puedo.
Quería explicar está sensación porque hay mucha gente en mi lugar, demasiada, debido a esta enfermedad y a otras, y a otros motivos incluso, gente que, como yo, tiene y debe seguir adelante, tiene que masticar la realidad, y, aunque se le haga bola tragarla, y digerirla, hasta que la realidad ya no sea dolorosa, hasta que sea un bonito recuerdo al que aferrarse para continuar.
Yo voy a continuar, aunque sea difícil. Voy a seguir, me quiero auntoconvencer, quiero pasar esto, quiero que deje de dolerme, quiero que vuelva... Y eso no puede ser.
Así que voy a centrarme en mi trabajo, en mis hijas, en rehacer una vida, que ya no es mi vida, es otra vida, sin él. Una vida en la que espero que vengan cosas muy buenas, cosas que me hagan muy feliz, cosas que disfrutaré llevándole siempre en mi.
Ahora tengo que aprender a ser yo, yo sola, como persona, y no me reconozco, siento que detrás de todos mis roles he perdido una identidad, que ya dudo si algún día tuve.
Por eso voy a dejar el blog un tiempo, para buscar a esa persona, y traerla de nuevo, para poder escribir de cosas bonitas, de cosas que aporten un significado positivo a esta vida, que no es más que una lucha de titanes por sobrevivir.
Muchísimas gracias, por este tiempo con vosotros.
Un abrazo.
Postdata: esto no es un adiós, es un hasta pronto.