Hoy quiero brindar por este año que acaba, un año que nos ha hecho aprender mucho, a marchas aceleradas, de una vida inesperadamente compleja. Una vida que dábamos por hecho.
Dábamos por hecho estar con los nuestros, salir a la calle, respirar sin taparnos la boca y la nariz, ir a un restaurante, bailar en una discoteca, estar en la calle con amigos y tantas cosas más...
Dábamos por hecho que nunca, jamás, tendríamos que hacer fila para comprar alimentos.
Dábamos por hecho que teníamos libertad, una libertad que pensábamos que nunca nos faltaría. Y este año ha sido así.
Nos ha faltado libertad... de movilidad, de afecto, de amor, de trabajo, de ocio... Y nos ha faltado también la libertad de pensamiento. Ese pensamiento que creemos que es libre, pero que es manipulado constantemente por las noticias, por las ideologías, por el miedo.
Miedo... De eso ha habido tanto este año!
Miedo a contagiarse, a contagiar, a quedarse sin trabajo, a no poder subsistir, a que la situación nos separe de nuestras personas queridas, y a no saber, sobretodo a no saber...
Miedo al futuro incierto.
Miedo a no saber discernir entre lo cierto y lo manipulado, entre la verdad y la verdad a medias, que no necesariamente es la real.
Esta situación nos ha hecho darnos cuenta de lo valiosos que eran los abrazos, de lo terapéuticas que eran las reuniones con amigas, de lo necesarias que son a veces las caricias y las miradas...
Nos ha hecho darnos cuenta de que la distancia social duele.
De que las casas a veces nos pueden parecer cárceles...
En definitiva, de que la vida debe ser algo más.
Y por esto levanto mi copa y hago un brindis para que este año que entra 2021 nos de todo lo que nos ha privado este año anterior, y os deseo una vida FELIZ, muy FELIZ.
Dónde la ilusión vuelva a entrar en nuestras vidas e inunde cada uno de nuestros días.
Por supuesto, recordar a todas las personas que ya no están entre nosotros, pero que siempre llevamos en nuestro corazón.
Isra, va por tí.
Un abrazo esperanzado.